La pérdida de la pareja

Yo sé… un momento siempre amargo que vivimos todos los seres humanos al menos una vez en la vida. Muchas personas no lo saben, pero las rupturas amorosas también son de la incumbencia de la tanatología, pues implican una pérdida como cualquier otra. Esto supone experimentar momentos difíciles en la vida de una persona, sobre todo en el caso de la separación o divorcio; más aún cuando hablamos de la pérdida de la buena pareja, una dura situación que puede llevar hasta un duelo complicado (más de un año de duelo). 

Una vez que entramos a esta etapa, existen diferencias individuales que se viven en el proceso de duelo a medida que vamos afrontando la pérdida, aceptamos la situación y evoluciona este proceso, gracias al trabajo adecuado de manejo, identificación y expresión de emociones. 

Si te sientes identificada a este punto de la lectura, ¿Qué podemos empezar a accionar? Bien, cuando aceptamos de manera amorosa lo ocurrido y rescatamos la experiencia que queda de la relación, regresar con las personas que nos aman es una excelente opción, ellos siempre han estado ahí, incluso antes de la relación.

Esto es fructífero, ya que comenzamos a identificar los momentos que disfrutábamos antes de la relación, y entonces, podemos volver a conectar con la persona que antes fuimos, pero ahora con la gran experiencia de lo vivido. 

Este sencillo paso, con el tiempo nos puede ayudar a descubrir que podemos salir adelante fortalecidos, con un nuevo sentido de vida. Podemos comprender desde el amor por qué estamos en este momento en la vida, para qué nos tocó estar en esta situación. Es entonces cuando caemos en cuenta que sentir ese dolor inevitable nos lleva a un crecimiento y necesaria evolución como ser humano, en particular en el crecimiento individual, mismo que ocupa una parte importante durante el proceso de sanación. 

Es crucial entender, mi estimada lectora, que sigue en nosotros la capacidad de amar, este punto de quiebre no significa la soledad eterna, ni tampoco el fin de la vida. Además, surge un fenómeno grandioso, cuando vivimos un proceso de dolor, la necesidad de amor propio nos prepara para una vida en plenitud. 

Lo primero que atenta contra el corazón en una separación amorosa es el desapego. Los famosos apegos emocionales se refieren a la manera en que nos vinculamos, es decir, no tiene que ver enteramente con el vínculo que has desarrollado con esa persona, sino que tienen su origen en los primeros años de vida y con las primeras personas que conocemos, nuestros progenitores. Este apego tiene una consecuencia directa sobre la manera en la que nos relacionamos y aporta mucha información de cómo somos.

Los apegos nos llevan a vivir un gran vacío, incluso al dejar ir a las compañías temporales de las que a lo largo de nuestra existencia nos va a tocar soltar. 

Llegar al término de una relación, debe significar, ante todo, una búsqueda para vivir en paz, suficiente para atesorar lo que hemos vivido a su lado como algo necesario para crecer y dar paso al cierre, y a todo dolor y sufrimiento que pueda estarse sintiendo gracias al proceso natural de la vida; para adaptarse y reasignar a ese ser querido de una mejor manera y con un mejor recuerdo en nuestra vida. 

Volver a tener la vida anterior es una necesidad que debemos y depende de nosotros considerar, caminar con el aprendizaje adquirido hace que, en nuestra vida, haya valido vivir esa historia de amor. Sin rencores, sin arrepentimientos, y con una enseñanza de amor y vida que nos aportan al crecimiento personal, emocional y espiritual, y que aunado a eso nos habilita y prepara para encontrar nuevamente el amor. 

¡No hay mal que dure 100 años! Eso te lo prometo. 

Isabel Valencia/ Tanatóloga / FB: Isabel Valencia Tanatóloga/ IG: @isabeltanatologa

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