¿Son lo que esperabas?
El cierre e inicio de año o de ciclo, suele invitar a evaluar y pensar que sigue en la vida, planear y estructurar, incluso para saber que estrategias cambiar o mejorar ante la situación actual.
Muchas buscamos el éxito en la vida, en el área familiar, laboral, de pareja, con las amistades, o en aquello que para ti sea importante. Recibimos el pago por nuestro esfuerzo, a veces como esperábamos, otras en perdidas y unas más mucho mejor de lo pronosticado… Es muy probable que todas nos dediquemos a lo que realmente nos apasiona y entonces el éxito viene por añadidura, algunas tendrán un imperio, otras: aldeas en crecimiento, unas más: ideas encontrándose por fin con la materia…Pero todo, como resultado del esfuerzo propio y de aquellos que colaboran con nosotras, y se arriesgan en nuestras aventuras por conquistar el mundo.
¿Te has percatado entre tanto alboroto, todo lo que estas cosechando, todo lo que has sembrado para ti y para otros? Pues creo que en algún momento perdemos el rumbo, tratando de adaptarnos a los cambios y nuevas disposiciones…y he estado pensando en todas las semillas que sembramos a lo largo de nuestra trayectoria profesional, ¿Cuánto hemos cambiado?, ¿Cuánto hemos crecido, aprendido?, ¿Nos hemos seguido formando, documentando o, actualizando?… ¿La gente a la que hemos liderado, ha crecido, o de menos ha aprendido algo de nosotras para su trayectoria profesional? Y la única frase que retumba en mi cabeza, es aquella que mi padre me repetía de niña… “No importa lo que hagas o cuanto te tardes, por tus frutos serás conocida”.
Y es por lo anterior que me inquieta, que nos detengamos unos minutos a revisar si estamos donde queremos estar, si tenemos la imagen que queremos proyectar, como personas y como marca…si todo el trabajo y esfuerzo que traemos a cuestas ha valido, o debemos re direccionar.
Ahora sí que, no solo hablamos de nuestro esfuerzo por conquistar el mundo, sino de la imagen pública que nos hemos creado y como esto suma o resta a nuestro propósito. Ya que, si queremos a los mejores colaboradores con nosotras o deseamos conquistar determinados clientes y ampliar nuestras fronteras, hoy existen muchas herramientas para saber de antemano con quienes estamos tratando y afortunadamente prevenir una mala experiencia.
Por ello es de suma importancia, cuidar lo que sembramos y estar vigilando lo que cultivamos. Los frutos que recolectas son directamente proporcionales a las semillas que siembras…
Mucha gente veo pasar en el consultorio, candidatos en entrevistas y con algunos de mis clientes, que no saben lo que quieren de la vida y de sí mismos, y van por ahí tomando lo que cae, lo que les dicen que “debe ser”, para lo que les alcanza limitados por aquello que vieron en la escuela o en su casa y no más, resolviendo situaciones a corto plazo más como apagando incendios, que trazando un camino… En fin, todo menos su plan de vida definido.
Si bien es cierto que ningún plan debe ser rígido y que debemos irlo actualizando conforme los tiempos vayan cambiando, o las situaciones así las planteen. No tener un plan de vida, es mucho más abrumador, pues jamás sabremos que obtendremos de nuestros actos.
Es muy común que me lleguen candidatos a pedir trabajo porque necesitan resolver su carencia económica pidiendo cualquier trabajo, sin importar su experiencia profesional o grado académico. Y terminamos viendo gente con gran potencial, desarrollando actividades que no les llenan o no les causan admiración para sí mismos.
También, está el o la clienta que piden contratar al que menos cobra, o al hijo del amigo, que estiman tanto y no tiene trabajo; y esperan que les den un resultado muy por encima de lo que estas personas saben hacer…y ojo no quiero que se confunda, pueden existir hijos de amistades que valga la pena contratar, sin embargo, aun así, debemos saber qué resultados esperamos de la persona a contratar, para no quejarnos después de nuestros propios resultados. Pues esa contratación mal hecha (por no tener la experiencia deseada, el grado académico, metas en común candidato-empresa, o el giro que le interesa, entre otros) es parte de las semillas huecas que sembramos, esperando ver grandes y deliciosos frutos, que al final solo nos llenan de frustración.
Hoy la emergencia sanitaria por Covid-19, nos ha llevado más o menos a lo mismo. Entre la improvisada jornada de Home Office, el liderazgo online en ocasiones deficiente, el no saber cómo mantener el equilibrio entre todas las obligaciones del hogar, de la vida cotidiana, de los hijos y sus actividades, y los horarios de trabajo en versión extendida, nos han llevado a cuestionarnos: ¿cuánto tiempo más?, perdiendo de vista que muy probablemente hemos aprendido cosas que podemos heredar, o que hemos heredado aprendizaje que ha enseñado a otros a afrontar esta situación con mayores herramientas.
Sería interesante, autoevaluarte y por qué no, también a tu empresa y colaboradores; saber sí eso que hoy tienen después de 10 meses de replantear y reestructurar todo aquello que pensábamos inamovible, nos ha dado frutos y que tipo de frutos también.
Si has tenido la oportunidad de sentarte a conversar con excompañeros de trabajo, ya sea como par o subordinado, saber que ha sido de su vida y trayectoria, revisar el índice de rotación, o los comentarios sobre la percepción que tienen de tu empresa los exempleados al salir, la imagen pública que circula en redes sociales.
Podrías tener una idea más cercana de tu cosecha. Hoy no se trata solo del clima laboral, sino de todo aquello que constituye a tu marca, ante los ojos de quienes colaboran contigo y tienen el trato directo con tu cliente, como de aquellos que por fuera te observan y evalúan si trabajar contigo, para ti o comprarte/contratarte.
Hemos comentado en otras ocasiones que el centro de trabajo representa el segundo hogar, la segunda familia; y así como la familia enseña mañas, conductas, formas de conceptualizar el mundo, el ambiente laboral también aporta a la formación y líneas de comportamiento entre los miembros, en su desempeño y otros, que terminan mostrando el lugar de origen.
Entonces, nuevamente te invito a cuestionarte sí todas las semillas germinan igual… O sí todas germinan, e incluso a que identifiques si sabes escoger tus semillas y proporcionarles el ambiente adecuado para que florezcan. Puesto que puedes tener muchas de excelente calidad y no saber abonarlas a tiempo, darles el lugar y los cuidados adecuados, porque recuerda que aun cuando las semillas deban florecer, no es su obligación hacerlo…hay que acompañarlas.
Así que evalúa, busca tu marca en redes sociales, lee comentarios, fíjate si tu personal cuenta con las herramientas necesarias (no solo las mínimas), fíjate si pagas a tiempo, si tienes alta rotación a que se debe. Si hay quejas de tus clientes, observa porque o de que se quejan. Involúcrate en aquello que tanto te ha tomado construir, desde lo operativo, nadie conoce mejor tu marca que aquellos que están dando la cara por ti, todos los días.
A mí me es importante ser conocida por los frutos dulces que coseche…esa es la historia que me gustaría se contará, ¿Y a ti?
Contacto: Psicóloga Clínica y Organizacional
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